miércoles, 13 de junio de 2012

El sexo de los dragones

Ya solo, el dragón volteó a ver el vasto terreno de cenizas y restos orgánicos a medio quemar. Era indiscernible saber si ese había sido escenario de amor apasionado entre colosos o el punto de una colisión brutal. Sintió el pulso y el ardor de su cola herida e inmediatamente cauterizada por la mezcla de sus llamaradas con las de la dragona ya ausente. Sorbeteó mocos como niño mal criado. Se miró imaginariamente a la cara para dedicarse un movimiento de cabeza de lado a lado, para corregir así las maniobras mal hechas durante la faena y reafirmarse en los aciertos. Desperezó alas. Metió todo el aire que pudo en su interior. De sus fauces salió el mitológico, innombrable y monumental sonido de los de su especie. El dragón experimentó una vez más la perplejidad. Nadie sabe por qué al final sonrió con ironía.

3 comentarios:

  1. Que bueno es leerte nuevamente, nunca debiste cerrar tu blog anterior.
    Ojalá que la irónica sonrisa del dragón vislumbre cosas buenas para el nuevo camino.
    Saludos.

    Maria Valeria.

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  2. es que el que se acuesta con dragones, amanece quemado XD

    muy buena tu prosa, HH, como siempre, Me alegra de sobremanera con tu retorno a la wé. Y bueno, perplejo y todo, con la sonrisa me haces feliz.

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  3. Excelente blog... me preguntaba qué sentiría un dragón al intentar apagar las velas de su pastel de cumpleaños si al soplar vuelve a encenderlas.

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