martes, 27 de septiembre de 2022

Inconciente colectivo y DD.HH.

 

Vengo de una de esas familias "apolíticas" tipo serie televisiva "Los 80". O sea, mamá y papá trabajadores y con bastante sufrir para "sacar adelante" a sus hijos e hijas; sin embargo, no tengo familiares conocidos que hayan sido víctimas de tormentos por parte de funcionarios del Estado en esa época. Aunque en mi casa de origen no se hablaba de política, apenas se asomó mi conciencia de adulto, supe o intuí con certeza que en Chile se violaban los Derechos Humanos, y que este era un país de vencedores y aplastados. Para el plebiscito de 1989 yo tenía 13 años.


Todo lo anterior para simplemente decir que llama fuertemente mi atención que, al menos una o dos veces al año, yo experimente sueños muy vívidos sobre gente que padeció  tormentos durante la Dictadura de Pinochet. Hace unos meses, tuve así mi versión personal del "caso Rodrigo Ánfruns", por citar un ejemplo


Y esta madrugada, soné que asistía a una conferencia sobre el hallazgo de la osamenta de un niño, después de varias décadas de búsqueda. A partir de las evidencias forenses, la madre reconstituía y conjeturaba detalles circunstanciales de lo que pudo haber pasado. Su hijo había sido abandonado en un foso profundo y aislado, hasta morir solo en la oscuridad.


En el momento que llegaba a la parte más desesperante del tormento vivido por el niño, ella no podía contener las lágrimas. Tenía los huesos de cráneo en sus manos... Al menos, por fin tenía algo.

jueves, 3 de marzo de 2022

Sueños y nuevas posibilidades de ser

No hay ninguna palabra de consuelo que me sirva en la realidad para reparar o refundar los cariños malos que ya no están en mi vida. Como camino, tengo a mi hijo Luciano, que tiene 7 años cuando escribo esto, y que ha sido una posibilidad de regenerar y sobre todo dar puntadas a nuevos tejidos emocionales allí donde había tosquedad o no había nada.


Verlo crecer y madurar (con ayuda profesional sistemática) desde puntos de partida similares a los míos, transitar desde reacciones brutas e indomables hacia respuestas alegres y livianas, toca mi corazón y entra en mis sueños...


Y desde mis sueños, poco a poco, respiro tras respiro, como quien reúne granos de arena, sucede esa regeneración y nuevo tejido emocional del que hablo... Luego de un gran trayecto, puedo abrazar infantilmente a los desamores y desamistades pasadas, probar escenarios reparatorios, similares a los ensayos y errores guiados que vive Luciano a sus 7 años.


No se puede volver a la realidad del pasado, pero al menos tengo la libertad escenográfica que permite simular el mundo onírico. Allí es donde descubro que no hay ninguna palabra de consuelo o posible conversación que me sirva en la realidad consciente, pero que tomar de la mano, abrazar, besar infantilmente y sonreír en silencio, puede ser también reparatorio para mis heridas invisibles, y sobre todo fundar nuevas posibilidades de ser.

domingo, 4 de abril de 2021

Castración simbólica y América Latina

"Castración simbólica" es una expresión freudiana que tal vez suene fea (en incluso contradiga otras corrientes igualitaristas de esta época), pero tiene sentido muy práctico para padres y madres. Básicamente, es poner al hijo o la hija en su lugar de chico y chica de la familia y, en contrapartida, distinguir y realzar a los progenitores en la posición superior de pareja, amantes, adultos y autoridades.

Esta castración simbólica -crucial en los primeros 7 años de vida, pero que debería extenderse como eje de las relaciones familiares- debe ser realizada por el hombre (papá) hacia la hija, al decirle con palabras y actos consistentes que su madre es única reina, su mujer, amada y hembra del hogar. Y es realizada por la mujer (la mamá) cuando se trata de un hijo varón, mediante afirmaciones expresas y latentes del respeto hacia el hombre adulto del hogar y macho de la mamá. Por supuesto, el tema no se resuelve con declaraciones "de la boca para afuera", sino con una actitud total coherente, que incluye las expresiones prioritarias de cariño y gusto entre los amantes.

Juan Guillermo Rojas, destacado constelador familiar y psicólogo, explica, a partir de su añosa experiencia con pacientes hispanohablantes, que la castración simbólica se hace mal y mayormente ¡no se hace! en América Latina, lo que sucede con independencia del nivel sociocultural de los progenitores. O sea, madres y padres latinoamericanos, casi sin importar preparación ni formación, somos pésimos para esto, lo que tiene repercusiones psicoemocionales inmensas para la sustentabilidad de la pareja, la convivencia familiar y la adultez de los hijos e hijas.

En el caso de los padres, hay una consabida y nefasta 'tradición' generalizada de abandono de la familia, o bien de enaltecimiento de la hija "princesa" ("mi amor", "mi vida", "la niña más linda", "la única", etc.), en contraste y competencia con "la patrona", "la mano que aprieta", "la policía", etc., que sería la mamá, pareja y amante.

Por su parte, dice el experto, las mujeres adultas "deberían hacerse hembras", pero en general deforman, en el primer caso, hacia "princesas" (venezolanas y colombianas, aunque también se puede dar excepcionalmente en los demás países), es decir, niñas superficiales con dificultad para incorporar la complejidad de la vida adulta, la maduración y el envejecimiento; o bien, en el segundo caso y mayor medida, se convierten en "brujas", "controladoras" y "aseñoradas" (chilenas, peruanas y sobre todo bolivianas), que no saben situarse desde el goce, que anulan e inutilizan a su macho adulto y que simultáneamente generan hijos "mamones" que en su adultez propenden a la dependencia emocional, posesividad, inutilidad, infantilismo e inmadurez (síndrome de Peter Pan).

El terapeuta menciona un matiz -pequeño, pero significante- respecto de argentinas, uruguayas y en parte las brasileñas: "Observa a grupos familiares de vacacionistas de estos países. Es frecuente que, si el niño grita al papá, sea la mamá la que ponga en su lugar al hijo y defienda con mucha fuerza a su pareja, y viceversa, si es que la agresión es cometida por la hija hacia la mamá", comenta el constelador.

Con objetivos comparativos, Rojas señala que, en el caso de las europeas (particularmente, españolas), la autoridad jerárquica de los adultos y el valor central de la pareja están muchísimo más claros. "Mientras en América Latina hay desorden en la ubicación de los roles, lo que evidentemente es más delicado, en Europa en cambio el daño transgeneracional se asocia más con guerras, y todo lo que eso puede aparejar", concluye.

jueves, 6 de agosto de 2020

Subtexto de ‘El mundo secreto de Arrietty’


El procedimiento para descifrar metáforas sociales de una obra es el siguiente: 1.° Preguntar(se) por las características de los grupos o personajes. Mejor si la consulta y el análisis son grupales, pues así surgen más contenidos, muchas veces invisible para una sola persona. 2.° Preguntar a qué se parece en la vida real ese conjunto de características ficticias. O sea, ver los rasgos de la ficción como metáforas sociales.

En el caso de la película de animación ‘El mundo secreto de Arriety’ (Studio Ghibli, Japón, 2010), este es el resultado del ejercicio:

I) Los diminutos son "borrowers" (toma prestadistas, por así decirlo), no acumulan riqueza sino que "toman prestado" solo lo necesario, donde sea que vivan. En la versión doblada al Español les dicen "incursores", pero tanto en la novela británica original como en la versión doblada al Inglés, se alude a ellos con la palabra "borrowers", que viene del verbo "borrow" (tomar o recibir prestado, lo que se diferencia de "lend": prestar [a otro]). El Español, a diferencia del Inglés, usa únicamente "prestar" para ambos casos (me prestas algo, te presto algo). Ante el ofrecimiento de la casa de muñecas llena de lujos, los diminutos prefieren la frugalidad, aun cuando es un gesto noble en su origen. En general, puede decirse que son recolectores y eventualmente cazadores, considerando en este último caso la pierna de saltamonte que carga y ofrece el diminuto Spiller, quien ayuda Pod, papá de Arrietty.

II) Su vida laboral y familiar está integrada. No van a oficina o fábrica a cumplir horario fijo o turno de 8 o 10 horas. En cambio, las responsabilidades, el goce y el desarrollo personal se suceden de manera orgánica e integrada en la vida diaria de los diminutos.

III) Tratan de pasar inadvertidosy/o viven escondidos, para resguardarse de los humanos y otros peligros, y también porque no pretenden sobresalir con el éxito o protagonismo de los humanos, que aquí figuran como gigantes y numerosos para simbolizarlos como cultura dominante.

IV) Los diminutos son potenciales víctimas del grupo o cultura dominantes, pues muchos (humanos) tratan de cazarlos y no los ven o reconocen como iguales. Por ejemplo, Haru, la sirvienta, intenta atraparlos mediante una empresa de control de plagas de ratas, y cuando agarra Homily, mamá de Arrietty, la mete a un frasco sin mayor contemplación, con el argumento de que los diminutos serían ladrones.

V) Los diminutos están (supuestamente) en peligro de extinción. Arrietty y Sho (el niño humano) discuten al respecto. Él le enrostra a ella que desconoce cuántos diminutos existen en el mundo y dice que de seguro van a desaparecer. Ella se perturba y le responde que deberán abandonar su hogar por culpa de la intromisión de él. En ese momento, Sho discierne que en realidad es él quien podría morir pronto a causa de su enfermedad coronaria. O sea, se plantea la incógnita sobre quién está realmente en peligro de extinción.

VI) Sho está enfermo del corazón, parte del cuerpo que en Occidente representa al amor (la novela original es inglesa). O sea, Sho ha somatizado el desamor a causa del abandono de sus padres, quienes se han divorciado y ahora priorizan sus vidas laborales.

VII) Hara, tía de Sho, quien lo ha recibido en su casa, comenta la situación y alejamiento de los padres de Sho. Enfatiza críticamente sobre el abandono de la madre (machismo, pues no le afecta tanto el abandono del padre). Hara hace comentarios inapropiados en presencia de Sho y como si él no estuviera. Habla de él en tercera persona y no lo mira a los ojos, sino que mira al vacío o a Haru, la sirvienta. Aquí se observa el comportamiento tradicional de ignorar o no considerar a los niños como personas iguales en dignidad respecto de los adultos. 

VIII) El sentido de "ayuda" de los humanos (grupo dominante) es cuestionable. La familia humana (antepasados de la tía de Sho) construyó una casa lujosa y detallista para los diminutos. ¿Los diminutos la solicitaron o la necesitan? Sho les arranca a la fuerza la cocina y en su lugar pone la cocina de la casa de muñecas. ¿Los diminutos la solicitaron o la necesitan? La tía de Sho, como se indicó, hace comentarios impropios sobre la situación de abandono que enfrenta el niño, y sin dirigirse a él. Haru, la sirvienta, quiere evitar "robos" (la cultura dominante tiene una noción distinta del concepto de ‘propiedad’). Del mismo modo, en el afán de cumplir su cometido Haru encierra con llave al niño Sho [la infancia como grupo al que el mundo adulto puede hacer casi de todo]. En suma, los roles de todos estos “ayudadores” puede sintetizarse en la frase popular “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”.

Dicho lo anterior, a continuación procede preguntar a qué se parece en la vida real ese conjunto de características ficticias: ¿qué grupo social existente fuera de la película se parece a esta ficción de los diminutos? Respuesta: En general, los pueblos originarios, nativos o aborígenes. En consecuencia, las metáforas sociales de la película aluden críticamente a la cultura dominante y releva valores ecológicos y de respeto a la diversidad y a las "minorías" étnicas.-

jueves, 18 de junio de 2020

Autoaprendizaje

El autoaprendizaje es un objetivo supremo de la educación, que sucede cuando el estudiante se da cuenta (si es que no lo ha hecho antes porque viene de un paradigma paternalista y jerárquico de entrega de conocimiento) de que en realidad no requiere de profesor para liderar su proceso de aprendizaje, que de hecho el profesor puede significar limitaciones de diverso tipo y que por lo demás es imposible e infantil esperar que el profesor le enseñe todo, gran parte o incluso lo esencial de lo que se supone que debe saber.

 

Eso es así, entre otras cosas, porque todas las áreas del saber están hoy expuestas a cambio y actualización velocísimas. Así, el estudiante debería darse cuenta de que, si invoca su potencialidad, podría aprender por sus propios medios lo que quisiera. Da lo mismo si se trata de reparar un auto, tocar un instrumento musical, hablar un idioma, interpretar el tarot o la carta astral. La autonomía y la capacidad de autoaprendizaje es la señal de madurez y autonomía, que implica a la vez libertad y responsabilidad del aprendiz. Por un lado, es dueño de su voluntad para auscultar un tema hasta dominarlo, con respeto por sus propios tiempos, intereses y formas de aprendizaje. Por otro, debe asumirse responsable de terminar aquello que inicia si es que le interesa, fijarse metas realistas, usar todos los medios disponibles y actuar con disciplina y constancia para llegar a un nivel superior al punto de partida. Si va a dejar algo, no será por pereza, sino porque soberanamente no tiene interés, pues su foco está en otro lado, y va a desarrollar ese foco.

 

Es esencial preguntarse periódicamente cuál es mi punto de partida en este momento (¿cuál es mi nivel actual en este tema? ¿Qué me cuesta más? ¿Cuáles son mis logros y fortalezas? ¿Cómo me siento? ¿Por qué siento esto? ¿Qué puedo hacer con lo que siento?) y cultivar una actitud metódica, lo que significa “no soltar” o abandonar ante las dificultades, pues el aprendiz tiene por sobre todo “conciencia de proceso”. Es decir, sabe -y puede recordarlo cada vez que siente desazón- que el aprendizaje es un proceso, y que por lo mismo el saber requiere espera activa y tiempo de maduración dentro de cada persona, tal como sucede con la digestión. O sea, primero decido si quiero o no comer, luego me pregunto qué voy a comer y me movilizo para conseguirlo, tras lo cual debo masticar y tragar, para posteriormente extraer a través del estómago aquello que puedo usar, y finalmente desechar lo que no puedo o quiero digerir.

 

La actitud científica es también fundamental. Implica distinguir las propias creencias y prejuicios (siempre la experiencia personal es subjetiva), y por sobre todo asumirse aprendiz permanente, a pesar incluso de sí mismo. O sea, trabajar de manera permanente en el plano interno para no sucumbir ante el afán de ganar discusiones y tener la razón, sino que mantener una actitud tranquila y tolerante, tanto en relación con las opiniones de los demás como respecto de su propio monólogo interior. La mentalidad científica pregunta en vez de suponer, por lo que no atribuye intenciones, sino que describe evidencias. Al opinar, el aprendiz nunca supone que todos entienden su lenguaje, sino que supone exactamente lo contrario, pues todos los sujetos tienen de hecho formaciones y orígenes diferentes, y cada persona es única. Por eso formula preguntas como: ¿estamos entendiendo lo mismo? ¿Me explico? ¿Cuál es tu punto de vista? ¿Estoy considerando la cantidad de perspectivas suficientes sobre este tema? ¿Cómo ven este asunto las personas de otras disciplinas? ¿Cuál es la diferencia entre mis creencias y la evidencia?

 

El aprendiz permanente acoge, pero no se deja amedrentar por el miedo a preguntar ni a equivocarse, porque sabe que estas son las principales formas de aprender, y siempre es conciente de que siempre será de algún modo ignorante. El desarrollo del autoaprendizaje es aún más viable ante la existencia de internet, y este es de hecho la gran crisis de la educación formal. Ante ello, el aprendiz está cien por ciento seguro de que al comienzo desconoce la variedad de herramientas que podrían coincidir con su perfil, y servirle.

 

Hay algo, quizá lo único, que sí será de dominio pleno y soberano del aprendiz: Siempre se asume como un preguntador profesional. Puede sentir miedo y frustración, como todo organismo vivo, pero puede usar eso como camino para buscar lo que necesita para sentirse bien y expandir su conciencia.