jueves, 3 de marzo de 2022

Sueños y nuevas posibilidades de ser

No hay ninguna palabra de consuelo que me sirva en la realidad para reparar o refundar los cariños malos que ya no están en mi vida. Como camino, tengo a mi hijo Luciano, que tiene 7 años cuando escribo esto, y que ha sido una posibilidad de regenerar y sobre todo dar puntadas a nuevos tejidos emocionales allí donde había tosquedad o no había nada.


Verlo crecer y madurar (con ayuda profesional sistemática) desde puntos de partida similares a los míos, transitar desde reacciones brutas e indomables hacia respuestas alegres y livianas, toca mi corazón y entra en mis sueños...


Y desde mis sueños, poco a poco, respiro tras respiro, como quien reúne granos de arena, sucede esa regeneración y nuevo tejido emocional del que hablo... Luego de un gran trayecto, puedo abrazar infantilmente a los desamores y desamistades pasadas, probar escenarios reparatorios, similares a los ensayos y errores guiados que vive Luciano a sus 7 años.


No se puede volver a la realidad del pasado, pero al menos tengo la libertad escenográfica que permite simular el mundo onírico. Allí es donde descubro que no hay ninguna palabra de consuelo o posible conversación que me sirva en la realidad consciente, pero que tomar de la mano, abrazar, besar infantilmente y sonreír en silencio, puede ser también reparatorio para mis heridas invisibles, y sobre todo fundar nuevas posibilidades de ser.

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