jueves, 18 de junio de 2020

Autoaprendizaje

El autoaprendizaje es un objetivo supremo de la educación, que sucede cuando el estudiante se da cuenta (si es que no lo ha hecho antes porque viene de un paradigma paternalista y jerárquico de entrega de conocimiento) de que en realidad no requiere de profesor para liderar su proceso de aprendizaje, que de hecho el profesor puede significar limitaciones de diverso tipo y que por lo demás es imposible e infantil esperar que el profesor le enseñe todo, gran parte o incluso lo esencial de lo que se supone que debe saber.

 

Eso es así, entre otras cosas, porque todas las áreas del saber están hoy expuestas a cambio y actualización velocísimas. Así, el estudiante debería darse cuenta de que, si invoca su potencialidad, podría aprender por sus propios medios lo que quisiera. Da lo mismo si se trata de reparar un auto, tocar un instrumento musical, hablar un idioma, interpretar el tarot o la carta astral. La autonomía y la capacidad de autoaprendizaje es la señal de madurez y autonomía, que implica a la vez libertad y responsabilidad del aprendiz. Por un lado, es dueño de su voluntad para auscultar un tema hasta dominarlo, con respeto por sus propios tiempos, intereses y formas de aprendizaje. Por otro, debe asumirse responsable de terminar aquello que inicia si es que le interesa, fijarse metas realistas, usar todos los medios disponibles y actuar con disciplina y constancia para llegar a un nivel superior al punto de partida. Si va a dejar algo, no será por pereza, sino porque soberanamente no tiene interés, pues su foco está en otro lado, y va a desarrollar ese foco.

 

Es esencial preguntarse periódicamente cuál es mi punto de partida en este momento (¿cuál es mi nivel actual en este tema? ¿Qué me cuesta más? ¿Cuáles son mis logros y fortalezas? ¿Cómo me siento? ¿Por qué siento esto? ¿Qué puedo hacer con lo que siento?) y cultivar una actitud metódica, lo que significa “no soltar” o abandonar ante las dificultades, pues el aprendiz tiene por sobre todo “conciencia de proceso”. Es decir, sabe -y puede recordarlo cada vez que siente desazón- que el aprendizaje es un proceso, y que por lo mismo el saber requiere espera activa y tiempo de maduración dentro de cada persona, tal como sucede con la digestión. O sea, primero decido si quiero o no comer, luego me pregunto qué voy a comer y me movilizo para conseguirlo, tras lo cual debo masticar y tragar, para posteriormente extraer a través del estómago aquello que puedo usar, y finalmente desechar lo que no puedo o quiero digerir.

 

La actitud científica es también fundamental. Implica distinguir las propias creencias y prejuicios (siempre la experiencia personal es subjetiva), y por sobre todo asumirse aprendiz permanente, a pesar incluso de sí mismo. O sea, trabajar de manera permanente en el plano interno para no sucumbir ante el afán de ganar discusiones y tener la razón, sino que mantener una actitud tranquila y tolerante, tanto en relación con las opiniones de los demás como respecto de su propio monólogo interior. La mentalidad científica pregunta en vez de suponer, por lo que no atribuye intenciones, sino que describe evidencias. Al opinar, el aprendiz nunca supone que todos entienden su lenguaje, sino que supone exactamente lo contrario, pues todos los sujetos tienen de hecho formaciones y orígenes diferentes, y cada persona es única. Por eso formula preguntas como: ¿estamos entendiendo lo mismo? ¿Me explico? ¿Cuál es tu punto de vista? ¿Estoy considerando la cantidad de perspectivas suficientes sobre este tema? ¿Cómo ven este asunto las personas de otras disciplinas? ¿Cuál es la diferencia entre mis creencias y la evidencia?

 

El aprendiz permanente acoge, pero no se deja amedrentar por el miedo a preguntar ni a equivocarse, porque sabe que estas son las principales formas de aprender, y siempre es conciente de que siempre será de algún modo ignorante. El desarrollo del autoaprendizaje es aún más viable ante la existencia de internet, y este es de hecho la gran crisis de la educación formal. Ante ello, el aprendiz está cien por ciento seguro de que al comienzo desconoce la variedad de herramientas que podrían coincidir con su perfil, y servirle.

 

Hay algo, quizá lo único, que sí será de dominio pleno y soberano del aprendiz: Siempre se asume como un preguntador profesional. Puede sentir miedo y frustración, como todo organismo vivo, pero puede usar eso como camino para buscar lo que necesita para sentirse bien y expandir su conciencia.

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