jueves, 13 de diciembre de 2012

Las emociones y la digestión

La comprensión de la pena y de otras emociones intensas parece una cuestión de vida o muerte. Es así, porque las emociones -los pensamientos que traen aparejados- pueden generar enfermedades o propiciar la salud. Pero también, porque la vivencia de una emoción parece tan real y concreta. Uno siente como un imposible la superación de un momento. Como que se pierde la noción de que las cosas suceden en el tiempo. Es decir, que todo sigue fluyendo. Por lo demás, esto de las emociones parece tan particular en nosotros los mamíferos, criaturas con sistema nervioso. Se me ocurre que ellas fluyen como a través del sistema digestivo. Y acaso los intestinos –el órgano más importante del cuerpo en la cultura védica- cumplan una función descomunal en el metabolismo de las emociones. Y cada órgano haga su aporte a este fluir. No por nada ellas son propias de nuestra naturaleza, de nuestros cuerpos. Lo que pasa es que tendemos a reducir la ‘función’ de cada órgano en torno de aquello que vemos a simple vista (el corazón bombea, el riñón filtra, etc.) y no comprendemos que las emociones también pasan a través de nosotros como todo lo que comemos, bebemos, respiramos, etc. Aquí, los humanos tenemos una gran ventaja sobre otras especies mamíferas: La posibilidad de vivenciar las emociones mediante ritos o expresarlas con palabras. Así podemos desechar fluidos tóxicos y energías dañinas. El cuerpo se encarga de quedarse con lo útil y dejar ir lo que ya cumplió su ciclo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario